ME ESTOY HACIENDO VIEJO, SEGURAMENTE
Sí, porque no acabo de entender algunas cosas y mucho menos soy capaz de aceptarlas. Me refiero en general a la sociedad actual y a las comunidades de propietarios en particular como reflejo de la primera.
Hoy votamos a quien nos roba con el vano argumento de que otros también lo hacen y de que son los nuestros, es decir, nos convertimos en cómplices con toda tranquilidad.
Nos tragamos sin un somero análisis las mentiras y manipulaciones a las que nos someten las redes sociales, ingenioso invento para acabar con el libre pensamiento.
Matamos en carretera y huimos sin pensar en la victima y en la posibilidad de que socorrerla pueda salvarla. Y dormimos por la noche.
Las horribles noticias que vemos en la televisión sobre guerras, genocidios, no sorprenden ni nos conmueven, ya nos hemos acostumbrado a tanta barbarie.
Desamparamos a los más necesitados, suprimimos o reducimos las ayudas a los vulnerables mientras crece la pobreza y aumenta la brecha social. Y no va con nosotros.
Y así podríamos seguir pero todo esto se puede definir de forma más corta y explicita: No nos quedan valores. Vergüenza, ética, honestidad y humanidad han desaparecido de nuestro ser.
Y si esta es la sociedad, es lógico que las comunidades de propietarios se contagien, al fin y al cabo son un elemento de la misma. En las juntas de propietarios asisten algunos como al campo de futbol, a desfogarse y así, de vez en cuando y en aumento, nos encontramos con vociferantes incontrolados que dinamitan la reunión con argumentos sin sentido y si alguno tiene son solo intereses o fobias personales. En los casos más extremos son ventiladores de infundios e infamias que reparte con total impunidad y libertad entre la pasividad de los demás, porque, y esto es lo más lamentable, el resto de los asistentes guardan una cómoda actitud, mientras que la victima de tales ataques se encuentra sola y en total desamparo, porque nadie alza la voz para detener tal atropello……….como en la carretera. Todos nos hemos instalado en nuestra zona de confort y no la vamos en poner en cuestión por pensar y actuar.
Todos no somos iguales ni nos hemos criado igual ni adquirido el mismo nivel cultural y educacional, por lo que siempre han habido energúmenos fácilmente localizables e identificables, pero hoy te salta la liebre donde menos te esperas. El bagaje cultural, profesional y social no impide la falta de decencia y es así como puedes encontrarte con titulados, acreditados profesionales y con prestigiosos apellidos en el callejero que no desmerecen al vulgar navajero.
Ahora bien, no nos engañemos, si estos individuos hacen mucho ruido, el silencio de la mayoría es ensordecedor.
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